Mis motivaciones... (software, felicidad, y trascendencia)

Soy un tipo raro y, porqué negarlo, uno no llega a esta conclusión de buenas a primeras, sino que son una marea de segundas y terceras personas, con sus conclusiones ajenas las que irremediablemente acaban encallándote en la playa de los que compraron el gympower y demás. Una de esas excentricidades que se me atribuyen es la afición a los ordenadores, esas máquinas que (aunque a algunos no nos hace mucha gracia por la problemática que ha generado) de hace unos 10 años hasta nuestros días se han acabado generalizando como si un vulgar electrodoméstico se tratase, lo que nos lleva a olvidar que, los sistemas informáticos son uno de los mayores avances tecnológicos de la humanidad.

Niños que de pequeños querían ser futbolistas, niñas que querían ser cantantes, niños que querían ser vendedores de droga, niñas que desde pequeñitas querían ser máquinas expendedoras de bebés (la verdad, que asco de sociedad la nuestra). Yo quería desarrollar videojuegos, y lo tenía claro. Aunque luego dijese por ahí que en realidad quería dedicarme a algo derivado del dibujo o el diseño gráfico (otra de mis pasiones), porque ya se sabe, eran otros tiempos y la situación ha cambiado mucho en poco tiempo.

Haré una afirmación controvertida: me gusta programar, hacer programas es para mí un pasatiempo, desarrollar webs dinámicas, interfaces de usuario, sacarme software de la nada que solucione pequeños problemas con los que me encuentro día a día. El otro día hablaba de ello con un compañero de trabajo, que compartía mi opinión. Algunos gastan su tiempo libre en quemar coches o robar, yo prefiero hacer algo más productivo.

A día de hoy he acabado como desarrollador de software para una empresa de que hablaré otro día, lo que algunos llaman 'pica-código', nunca he estado de acuerdo con esa denominación, implica hacer algo de forma mecánica sin pensar, y lo que realmente se hace al programar es idear sentencias lógicas para lograr un objetivo: el programa. No me gusta demasiado mi trabajo, pero hoy no toca hablar de los porqués... o tal vez sí.

La finalidad del software es solucionar problemas, para eso se diseñó la lógica computacional, y por tanto el objetivo primordial de un buen programa no es fabricar dinero, como muchos parecen creer, nuestro objetivo principal, señores desarrolladores de software del mundo, es ayudar a que la gente sea un poco más feliz dando solución a algunos de sus problemas. No digo que no podamos vivir de ello, pedir algo a cambio, pero si creamos nuestros monstruitos sólo pensando en el oro del fondo del río, caeremos en tácticas de extorsión mediática, en manipulaciones, engaños, y macroestafas para lograr nuestro objetivo, descuidando la calidad de nuestra obra, creando quimeras sin corazón.

Creo que, puesto que lo creamos todo desde la nada saliendo directamente de cada uno de nosotros, cada vez que escribimos una línea de código estamos plasmando nuestra esencia en ella. Desde tiempos inmemorables se creía que nuestro ser impregnaba todas nuestras posesiones y, en mayor medida, todas nuestras obras. Nosotros somos escultores, y nuestra materia prima son las ideas, usamos herramientas que a su vez son obras de otras personas como nosotros... hasta desembocar en los principios matemáticos en los que se basa toda esta parafernalia, siendo la ciencia matemática las ideas de miles de personas a lo largo de toda nuestra historia.

Por ello, me entristece enormemente que a día de hoy, la gran mayoría de la humanidad utilice diariamente para crear, compartir, o comunicarse, herramientas fruto de la avaricia desmesurada de unos pocos.

Yo doy sentido a mi vida intentando hacer cosas que me trasciendan, que permanezcan ahí una vez mi tiempo acabe y me convierta en comida para gusanos. Ya veis que soy de esos que creen que la vida tiene sentido por sí misma y no ven necesidad de inventar segundas partes, cuentos mágicos para dormir o para asustar a los niños, manteniendo, de paso, castas sociales que viven del cuento.

Por ello no tengo excusa para conmigo mismo, si consigo crear algo que valga la pena, no quiero que se pierda, no quiero crear nada condenado a quedarse desfasado o viejo por no poder ser mejorado por los demás, me gustaría que todo lo que sale de mi cabeza pudiese ser compartido, que pudiese crecer, que pueda pasar de mano en mano y, llegado el momento, quien sea pudiese añadir un poco de sí mismo y alargar la vida de mi criatura.

La vida es cambio, y si un programa es libre de crecer de forma natural, significa que podrá vivir más que tú y que yo, que estamos hechos de vísceras y no de ideas, de materia temporal, mudable y corruptible. El núcleo Linux pronto tendrá 20 años y Linus Torvalds será recordado durante muchísimo tiempo gracias a él, GNU está rondando los 30 años y con él Richard Stallman ha pasado a los anales de la historia, ambas personas se han ganado el trascender habiendo compartido su obra, que seguirá mutando, creciendo e evolucionando tiempo después de que su existencia difumine como lágrimas entre la lluvia.
Yo no sé quien fue el artífice del Win3.1, del DOS, ni siquiera sabía quien programó el Altair BASIC hasta mirarlo en la Wikipedia.

El software libre me hace más feliz, ¿y a ti?

Créditos:
La frase:
Yo me divierto así.
(Mi nano)

0 comentarios:

Publicar un comentario